domingo, 26 de diciembre de 2010

Senegal V: Saint Louis y el barrio de pescadores

El barrio de pescadores merece una entrada por sí mismo. Saint Louis tiene dos entradas fundamentales de dinero: el turismo (que ya hemos comentado que no es tan boyante como el Sur de Dakar) y la pesca. El barrio de pescadores es, según nos contó un guía senegalés, la ciudad con mayor densidad de población de toda África. Cuando nuestra mentalidad europea agarra sin saber las palabras “barrio de pescadores”, el cerebro construye un barrio idílico, con farolillos y ventanas de madera teñidas de azul, casas encaladas y buenos restaurantes a la orilla del mar.

Con esa imagen y sin leer apenas una guía (al menos no la parte que hablaba de esta zona), nos presentamos frente al barrio de pescadores al atardecer, todavía oigo la risa de Bouba cuando se lo contaba. Atravesamos un puente que va hacia el comienzo de la Langue de Barbarie donde se sitúa el barrio de pescadores. El puente te lleva a un mercado, una especie de mercadillo donde cosas de muy poco valor son vendidas a los cientos y miles de personas que se hacinan en un barrio pobre, muy pobre. Los niños juegan al fútbol en una especie de plaza, todos van descalzos y usan un trapo enrollado como pelota, todos sonríen. Nuestro paso se acelera buscando una zona más abierta, somos los únicos blancos del lugar y mucha gente nos mira. Sabemos que el mar está justo al final y lo buscamos en nuestro paseo que cada vez se acelera más. La playa es magnífica, como deben ser todas las playas en Senegal y vuelve a estar llena de niños, que una vez más siguen jugando al fútbol.

En ese punto un hombre que no debe tener más de cuarenta y cinco años nos saluda educadamente, sólo busca conversación y nosotros le escuchamos. Todos los hombres que viven en el barrio se dedican a la pesca, salen a las 4 de la mañana en las mismas barcas de madera que llamamos pateras. Van a pescar mar adentro y vuelven al atardecer. Las mujeres salan el pescado en condiciones insalubres y unos camiones que aparcan junto al río esperan a estar llenos de ese pescado encurtido para partir a su destino. Cada hombre puede convivir con más de una mujer, no olvidemos que la inmensa mayoría son musulmanes, vivir con más de una mujer es lo habitual y de cada una de ellas la media de hijos es altísima, no es raro que alguien te cuente que son 40 o 50 personas en una misma familia.

Las infraestructuras no favorecen la salubridad en este barrio, no hay ni un solo contenedor de basura y ésta se acumula en las orillas del río. “Los pescadores son así, no sólo en Saint Louis, en todo Senegal, son libres, no quieren vivir bajo normas, no quieren tener que tirar la basura en cubos, viven en el mar, no deben acatar las normas de la tierra” me dice un sabio del lugar.
Aquí todo el mundo conoce a alguien que ha ido a España en patera, nuestro hombre nos dice que él mismo fue y fue deportado nada más llegar, primero encerrado en un centro para inmigrantes en Canarias y luego devuelto a su país. No habla apenas español, pero se defiende en inglés y entre los tres idiomas, francés, inglés y español, encontramos la forma de comunicarnos. Nos quiere enseñar el barrio, pero declinamos la visita, está anocheciendo y no nos parece seguro, nos despedimos y salimos hacia el centro de Saint Louis.

Cruzar en coche el barrio de pescadores para ir a la lujosa Langue de Barbarie es algo difícil de olvidar, remueve tu conciencia para siempre.

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